Como ya sabemos, Castro tuvo una conexión ferroviaria de pasajeros
con Bilbao (entre 1899 y 1966) a través de la línea Castro – Traslaviña,
pero aquellos años de bonanza de la minería terminaron, y con ellos,
los de los ferrocarriles que recorrían nuestro municipio. Poco después comenzaron los años de la expansión urbanística que terminó por eliminar cualquier rastro de las antiguas infraestructuras ferroviarias.
Desde entonces y hasta hoy, la reclamación de una
conexión ferroviaria entre Castro y Bilbao está vigente en el ideario de
todos sus habitantes y vuelve, recurrentemente, al candelero cuando se
acercan las elecciones municipales, pero ¿es realmente posible?
Ciertamente,
la aspiración nos parece legítima y razonable y, suponemos, que su
inexistencia obedece a una combinación de factores territoriales y
políticos como lo son el hecho de que la administración competente, al
atravesar dos comunidades autónomas, es la nacional; que al Gobierno de
Cantabria no parece interesarle una inversión que acerque la localidad a
Bilbao y por consecuencia la aleje, aún más, de Santander; y que al
Gobierno Vasco no le interesan los posibles transvases de población
hacia Cantabria. No nos cabe la menor duda de que de haber estado Castro
Urdiales integrado en el territorio de Bizkaia, la conexión ferroviaria
sería una realidad desde hace décadas.
Aunque de la cuestión de la conexión ferroviaria se ha hablado mucho, fue el Gobierno Vasco en 2012, durante la presidencia del socialista Patxi López, el que puso sobre la mesa un estudio de alternativas para la posible conexión ferroviaria. El estudio, que tuvo un coste de 300.000€, terminó en un cajón, como era previsible, pero al menos nos dejó unos primeros datos y conclusiones que aún a día de hoy son aprovechables.